Los paradigmas de la pobreza y la desigualdad social en América Latina


Universidad de Baja California
Campus Colima



DOCTORADO EN GOBERNABILIDAD Y GESTIÓN PÚBLICA, PH. D.



ASIGNATURA:
POBREZA, EQUIDAD Y DESARROLLO SOCIAL.



CATEDRÁTICO:DR. LUIS NARVAEZ



LOS PARADIGMAS DE LA POBREZA Y LA DESIGUALDAD SOCIAL EN AMÉRICA LATINA”



Ramón García Contreras



 

20/08/2012

ÍNDICE






RESUMEN

Los paradigmas científicos de la pobreza en América Latina son el neoliberal y el neo estructural, conjunto de ideas dominantes, centradas en el crecimiento económico como eje de la política de mercado y la compensación de los daños por el ajuste, compartidas no solo por comunidades de científicos sociales, si no por agentes de instituciones sociales y por élites tecnocráticas nacionales o internacionales; los cuales debido a su incapacidad para explicar el enigma de la pobreza están enfrentando paradigmas emergentes.

ABSTRACT

Scientific paradigms of poverty in Latin America are the neoliberal and neo structural dominant set of ideas that focus on economic growth at the heart of market policy and compensation for damages by the setting, shared not only by communities social scientists, but by agents of social institutions and national or international technocratic elites, which due to its inability to explain the enigma of poverty are facing emerging paradigms..



INTRODUCCIÓN

La pobreza es un tema complejo, que tiene enfoques diversos y por consiguiente diversas medidas para su reducción, dependiendo del paradigma al que pertenezca el autor, pobreza como ausencia de dinero, carencia de poder o carencia de capacidades para elegir la forma de satisfacer su necesidad, situación en la que viven casi 170 millones de Latinoamericanos, concentrados México, Brasil, Colombia y Argentina, que además de sus carencias viven en la región más inequitativa del mundo.
Siempre hay un paradigma del conocimiento dominantes, y en el conocimiento sobre la pobreza y la política social no hay diferencia, desde los 80`s impera la visión sobre el desarrollo conocida como el consenso de Washington (Nancy & De la Torre, 2000), controlar inflación, depender del mercado, mejorar la eficiencia y competitividad para mantener tasas elevadas de crecimiento, impuesto a los países en desarrollo por instituciones financieras internacionales y el tesoro de Estados Unidos.
En América Latina se impulsa el paradigma de Washington desde el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, y para reducir el impacto de la mano invisible se impulsa la coexistencia de un modelo de política social conocido como neo estructural, al menos en el discurso político, porque cuando se ven las acciones de cada gobierno, se concluye que no se acatan las directrices suavizadoras del impacto del libre mercado y que aun cuando se diga que el problema de la pobreza es la desigualdad, se siguen aplicando medidas que poco hacen para reducirla.
Por otra parte los escasos resultados de las políticas nacidas de la ciencia normal, neoliberal y neo estructural, no ha sido efectiva para producir los cambios necesarios para su adecuación ni ha resuelto el enigma de la pobreza, generando una percepción de anomalía, por lo que científicos e instituciones de desarrollo están proponiendo nuevas conceptualizaciones de la pobreza, sus causas y las medidas para su combate, sin embargo, a pesar de mostrar su viabilidad, no ha logrado convencer a los tomadores de decisiones para convertirse en paradigma dominante, siguen siendo emergentes.
El presente ensayo tiene tres apartados, la presente introducción, el desarrollo y las conclusiones.
El desarrollo plantea un panorama de reducción mínima de la pobreza y de la desigualdad, pero sigue siendo alta y una ligera mejoría en el índice de desarrollo humano; define a los paradigmas como los modelos a seguir, como las ideas dominantes e influyentes en la concepción diversa, compleja y subjetivas de la pobreza, sus causas y las  medidas para su reducción; sobresalen dos paradigmas dimanantes, complementarios y corresponsables entre si en los escasos resultados en la reducción de la pobreza, lo que ha impulsado que se generen nuevas ideas de concepción y combate de la pobreza con una reducida cobertura o solo simples novedosas propuestas académicas.



DESARROLLO

El desarrollo del presente trabajo tiene dos apartados, el panorama en América Latina, donde se ve la pobreza en América Latina, la desigualdad y el desarrollo humano y en un segundo momento los paradigmas, desde sus definiciones, los paradigmas de la pobreza y los paradigmas de la política social.

EL PANORAMA DE LA POBREZA EN AMÉRICA LATINA

América Latina se ha caracterizado por altos niveles de pobreza y amplias brechas de desigualdad, las mayores del mundo, y aunque hay avances en ambas cuestiones siguen siendo una necesidad urgente para los gobiernos y organismos supranacionales o regionales, como se puede ver en las publicaciones que generan.

LA POBREZA

Como se menciona en el inicio, la pobreza es un tema complejo, pero además es subjetivo, siempre habrá diferencias entre estudiosos, políticos e instituciones, las diferencias en las concepciones de la pobreza impactan en los resultados de las políticas.
La pobreza en América latina desde los 80`s ha venido creciendo, se estabiliza en una década y se despega en la siguiente, aunque para finales de los diez primeros lustros del dos mil tiende a decrecer en la mayoría de los países, aunque en otros crece, y esto dependiendo de cómo se vea, en términos relativos o en términos absolutos, aunque sigue siendo alta.
En 1980 el porcentaje de población viviendo bajo la línea de la pobreza[1] era del 41%, un porcentaje casi doble al de Portugal que es del 22%, el más pobre de Europa, y para el 2000 el porcentaje alcanzo un 44% (Kliksberg, 2003).
150 Millones de personas vivían en situación de pobreza en 1998 (BID, 1998), además decía que la pobreza ha disminuido en buena parte de la región, según lo muestra un análisis reciente del BID y el PNUD, Venezuela y la zona metropolitana de Buenos Aires—donde la incidencia de la pobreza aumentó—y México—donde permaneció estable—fueron las excepciones a esta tendencia, en casi todos los casos, la disminución de la pobreza estuvo acompañada de crecimiento económico. Aun así, los beneficios para los pobres se vieron neutralizados por una desigualdad elevada o creciente.
Del año 2000 al 2010 se pueden observar algunos datos que mantienen en términos generales el panorama hasta aquí expuesto, América Latina tiene 50 países, 35 de Centro América y el Caribe, 14 Sud Americanos y México en Norte América (index mundi, 2012),  para 14 de ellos es posible encontrar información del Banco Mundial (2012) sobre la pobreza[2],  y decir que hay un cambio en el panorama de la pobreza, una reducción en la pobreza relativa, en estos países la población viviendo bajo la línea de pobreza paso de  43.5%, en el 2000, a 33.7% en 2010,  aunque 171 millones de Latinoamericanos de estos países siguen sufriendo la pobreza.
Por otra parte se observa que tres países aportan el 70% de los pobres de América Latina, Brasil, México y Colombia, 32%, 28% y 10% en el 2000 y 26%, 10% y 34% en el 2010, respectivamente, de los tres Brasil muestra una reducción de más de  17 millones, Colombia de casi 3 millones, pero México tiene casi 5 millones más que en el 2000.[3]

LA DESIGUALDAD

Mientras que la desigualdad se mantiene alta, y en cuatro países crece, aunque hay una ligera mejora en el resto de los países, como se ve en el cuadro 1. Venezuela es el que tiene una menor desigualdad, 44.77, y Haití tiene la mayor con 59.21, contra países como Suiza que tiene un índice de desigualdad de 25, para el caso de la sociedad menos desigualdad; y de 47.32 para Bután, el país más desigual de África, menos desigual que muchos países de América Latina.
Cuadro 1.
Índice de Gini[4]
Cambio %
América Latina
Año 2000
Año 2010
Bolivia
62.8
56.29
-10.37
Brasil
60.1
54.69
-9.00
Chile
55.3
52.06
-5.86
Colombia
58.7
55.91
-4.75
Costa Rica
46.5
50.73
9.10
Ecuador
56.6
49.26
-12.97
El Salvador
53.6
48.53
-9.46
Haití
59.2
59.21
0.02
Honduras
54.4
56.95
4.69
México
51.9
48.28
-6.97
Perú
50.8
48.14
-5.24
República Dominicana
52
47.2
-9.23
Uruguay
44.4
45.32
2.07
Venezuela (Rep. Bol. de)
47.2
44.77
-5.15
Elaboración propia con datos del Banco Mundial.
Las mejoras tanto en la reducción de la pobreza y en la desigualdad alientan expresiones optimistas sobre el tema, como se puede ver a continuación:
Quiero decir que los avances recientes de la región se van a cimentar en los próximos años, gracias a lo cual el ciudadano promedio va a ser más próspero que nunca en la historia del continente. En términos prácticos, ello implica que si se mantienen tasas promedio de crecimiento cercanas al 5% anual –como las observadas recientemente– hacia 2025 el ingreso por habitante podría llegar a ser el doble del actual. Semejante salto permitiría disminuir de manera sensible los niveles de pobreza existentes y, quizás, erradicar para siempre la miseria, que todavía afecta a uno de cada ocho latinoamericanos (Moreno, 2011).
Para complementar pobreza y desigualdad se puede ver otro indicador de nivel de vida, que incluye además del ingreso, la educación y la salud, el índice de desarrollo humano, IDH.

EL DESARROLLO HUMANO

Ya se vio el panorama de la pobreza desde el ingreso,  sin embargo es una visión limitada y superada[5] por la visión del Desarrollo Humano[6], donde también se observa (PNUD, 2012) una mejora en la región.
Para el año el 2000 el índice de desarrollo humano para toda América Latina  fue de 0.68 y para el 2011 subió a 0.731, claro que entre países hay diferencias, Haití, el más bajo, 0.421 en 2000 y paso a 0.454 en el 2011, contra Chile que paso de 0.749 a 0.805, y que ocupa el lugar 44 a nivel global, sin embargo al combinar desarrollo humano con la desigualdad de América Latina y  usar el Índice de Desarrollo Humano ajustado por Desigualdad (PNUD, 2012)[7] Chile baja a 0.652 y Haití a 0.271, lo que muestra el peso de la desigualdad en la afectación del bienestar de la sociedad.
Las ligeras mejoras en la disminución de la pobreza y de la desigualdad han tenido que ver las políticas sociales.
Esta mejoría ha sido gracias a las llamadas transferencias condicionadas, que han sido parte de las políticas sociales implementadas en la región y que han tenido un impacto positivo en muchos países, y de hecho han contribuido a una mejoría relativa en la distribución del ingreso, si bien la calidad de los servicios sociales a que accede la población involucrada todavía resulta insuficiente (Julio, 2011).
Si bien, es palpable la mejoría en la reducción de la pobreza, no es como para estar optimistas, como en su momento se mostro Bernardo Kliksberg (2003) (2006) en sus documentos hacia una nueva generación de políticas públicas en América Latina” o Moreno (2011)  la década de América Latina y el Caribe, una oportunidad real. Lo evidente es que la acción del Estado no ha sido eficiente en suministrar los bienes que podrían reducir de manera óptima los niveles de “malestar”.
Por lo que se tiene que pensar en políticas públicas que reduzcan las brechas del desarrollo y después las de combate a la pobreza, como se afirma en: La hora de la igualdad: Brechas por cerrar, caminos por abrir de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), para acometer los desafíos que América Latina enfrenta en materia de desarrollo es necesario transitar, en forma simultánea, los caminos que conducen a reducir la desigualdad en muy diversos planos: económico, productivo, territorial, laboral, social. También señala que para avanzar hacia un mayor desarrollo con igualdad se requiere fortalecer las capacidades de los Estados para generar  los cambios positivos.
Einstein dijo que no hay pero locura que querer lograr resultados diferentes haciendo exactamente los mismo, otros dirían para reducir la pobreza es necesario romper paradigmas, pero antes de romperlos es necesario conocerlos.

PARADIGMAS

La palabra paradigma tiene muchas acepciones y se usa tanto para referirse a esquemas mentales, al status quo de la ciencia, pero también de la vida diaria, es común encontrar frases como romper paradigmas o nuevos paradigmas para referirse a salir de las actividades rutinarias o cuando se hace una propuesta alternativa a lo que comúnmente se ha hecho, aun cuando solo sea una propuesta, pero para tener una visión clara del tema de los paradigmas de la pobreza en América Latina se inicia desde las bases de la palabra definiendo paradigma, para luego abordar los paradigmas de la pobreza, los paradigmas de la política social en América Latina y de ellos se ocupa el siguiente apartado.

DEFINIENDO PARADIGMA

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, define paradigma como ejemplo o ejemplar y como cada uno de los esquemas formales en que se organizan las palabras nominales y verbales para sus respectivas flexiones (RAE, 2010).
Mientras que Margaret Masterton (Contreras, 2004) nos habla de veintiuna formas diferentes en las cuales T. S. Kuhn utiliza la palabra paradigma. A los efectos de una primera aproximación destacaremos cuatro:
1. Los paradigmas son realizaciones científicas universalmente reconocidas (dogmáticas) que, durante cierto tiempo proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica en particular.
2. Los paradigmas son realizaciones científicas que en primer lugar carecen de precedentes como para atraer a un grupo duradero de partidarios, pero que son lo suficientemente incompatibles como para dejar problemas a resolver.
3. El paradigma puede ser visto también como un modelo o patrón aceptado tal como una decisión judicial es aceptada en el derecho común.
4. Finalmente en el “Postdata a la Edición de 1969”, Kuhn ante las dificultades derivadas de las múltiples connotaciones dadas al término paradigma, construye una generalización y señala que: “el paradigma es aquello que comparten los miembros de una comunidad científica en particular” (ésta definición es quizá la más aceptada).
De aquí que paradigma contenga la aceptación de la comunidad científica y al ser reconocida es como lo define el diccionario un ejemplo a seguir. Y si las comunidades científicas las aceptan están el resto de los actores que confían en la ciencia siguen las ideas y teorías planteadas por el paradigma y las ponen en práctica y lo que empezó como paradigma científico se convierte en un paradigma de política pública.
Para Barba  los paradigmas científicos pueden conceptualizarse como imágenes básicas compartidas no solo por comunidades de científicos sociales, si no por agentes de instituciones sociales y por élites tecnocráticas nacionales o internacionales. Dichos paradigmas definen cuáles asuntos sociales deben abordarse, cuáles preguntas requieren de una respuesta, cuáles teorías y metodologías deben emplearse para responderlas, al igual que cuáles son los parámetros para la toma de decisiones y para el diseño y aplicación de políticas o programas (Barba Solano, 2009).  
Con Barba el paradigma ya no solo se refiere al campo de generación del conocimiento y de las comunidades científicas como lo ha sido con Kuhn, si no que va a la aplicación del conocimiento y a las instituciones políticas, que para el caso de la pobreza en América Latina el paradigma de la pobreza dominante es el que los organismos de desarrollo internacional han venido impulsando.

PARADIGMAS DE LA POBREZA

Pobreza es una palabra imprecisa, con variaciones históricas en cuanto a los niveles de consumo, educación, salubridad, educación y ocio (Franco, 1996) o permanente por su epistemología, ya que proviene de latín pauper, paupertas, paupérimus, palabra compuesta de pau (paucum) que significa poco y de per (parió) que significa engendrar, producir. Pobre es, todo aquello que produce poco (Roberto, 1998), y que no tiene dominio sobre recursos.
Pobre es el necesitado, el menesteroso, el falto de lo necesario para vivir y la pobreza indica carencia, escasez de haber de la gente (RAE, 2010) entendiendo el haber contable como ingreso necesario para vivir.
Concepto que es limitado, pues pertenece al paradigma estrictamente economicista, ya que pueden existir distintos tipos de pobrezas, así, se tiene que no es lo mismo ser pobre en una sociedad rica que serlo en un país en desarrollo y no es lo mismo ser pobre en el siglo XIX que en el siglo XX. “El hambre es hambre, pero el hambre que se satisface con carne cocida, comida con cuchillo y tenedor, es un hambre muy distinta del que devora carne cruda con ayuda de manos, uñas y dientes” como menciona Carlos Marx (Boltvinik & Hernandez Laos, Pobreza y distribuciòn del ingresos en México, 1999). Sin embargo, la pobreza entendida como la situación en la cual las personas tienen carencias (Boltvinik, 1995) siempre ha existido y existirá, como se señala en la Biblia, y no porque cambien las necesidades si no porque cambia el dominio que el hombre tiene sobre los recursos como define el nivel de vida Erikson (Ericson, 1996): “El dominio del individuo sobre los recursos en forma de dinero, posesiones, conocimiento, energía física y mental, relaciones sociales, seguridad y otros por medio de los cuales el individuo puede controlar y dirigir conscientemente sus condiciones de vida.
En el sentido amplio, una persona es pobre cuando se encuentra limitada para obtener de manera permanente una dieta suficiente para mantener una condición física saludable. La pobreza es la causante de una serie de privaciones que disminuyen las capacidades y limitan las oportunidades de desarrollo de los individuos (Guevara, 1997), como lo es la desnutrición y la vulnerabilidad a las enfermedades y desastres naturales, acceso limitado a servicios de salud, educación, tenencia de la tierra, capital físico y financiero (Martinez, 1997).
Debido a que existen diversos grados de pobreza es necesario distinguirlos. Generalmente son  dos: pobreza (o pobreza moderada) y pobreza extrema.
La pobreza moderada según Levy (1990) en (Martinez, 1997) afecta a quienes están imposibilitados para conseguir lo que, dado el desarrollo de su nación, son consideradas  necesidades básicas. Pero tienen la posibilidad de participar en el mercado laboral, tienen acceso a servicios de salud y educación.
Las necesidades básicas contempladas por Boltvinik (1995) son vivienda, tanto en calidad como en cantidad; sanidad, servicio de agua entubada y eliminación de excretas; energía para iluminarse y cocinar; y educación, grados terminados, asistencia, y alfabetismo. Al no satisfacer, de acuerdo al grado de desarrollo del país, una de estas necesidades se es pobre moderado.
Desde la línea de ingreso los pobres moderados dependerán del ingreso que se fije en cada país o por cada institución o autor que la determine, por ejemplo el Banco Mundial contempla 5, 3, y 2 dólares diarios mientras que otras instituciones como la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) o el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática de México (INEGI) establecen en dos dólares su línea de pobreza. 
La pobreza extrema por su parte es un grado mayor de insatisfacción, como se puede ver en  Levy (1990):
La pobreza extrema es una condición absoluta. Los extremadamente pobres son los que no pueden proveerse suficientes nutrientes para funcionar de un modo  adecuado. Son vulnerables a las enfermedades y, en general, menos capaces de llevar una vida saludable con la suficiente energía para participar de manera activa en el mercado laboral (Martinez, 1997).
Desde la perspectiva de línea de pobreza, los pobres extremos son quienes cuyo ingreso es insuficiente para comprar los alimentos. Y el PNUD considera esta línea en un dólar diario. Desde la perspectiva de Necesidades Básicas la pobreza extrema se divide en dos estratos, muy pobres e indigentes.
Así dependiendo del enfoque y del parámetro usado en la medición de la pobreza, esta puede variar no solo como objeto de las políticas, si no la cantidad misma de pobres.
Berry (2003) demuestra, como dependiendo del umbral o línea de pobreza, las cifras aumentan o disminuyen en el tiempo,  y también pude cambiar si es absoluta o relativa[8].
Si se toma como base un umbral de pobreza constante de 200 dólares de 1970, la incidencia de la pobreza en el mundo disminuyó de casi 50% en 1950 a cerca de 25% en 1977… en cambio con un umbral de pobreza de mil dólares de 1987, el nivel de pobreza absoluta registró un aumento neto, en el mismo periodo (Berry, 2003), y lo mismo sucede de 1980 a 1995, ¿Entonces, aumento o disminuyo la pobreza? depende de quien la mida y que umbral o línea de pobreza utilice.
Con esto se afirmar que la pobreza es un tema subjetivo, y que depende de quien y de que perspectiva se vean a los “pobres” y la forma menos efectiva de verlos es con la mirada más usada, el ingreso o consumo. Sin embargo, se tiene que rebasar la cuestión monetaria y ver qué impide la capacidad de compra o qué permite incrementar la capacidad de consumo (García, 2002) o mejorar su nivel de vida.
 Regularmente la pobreza se mide en dinero, ya sea gasto o ingreso, el Banco Mundial señala que los ingresos y los gastos per cápita de las unidades familiares son una vara adecuada para medir el nivel de vida, siempre y cuando incluya la producción propia (Boltvinik, Pobreza y estratificación social en México, 1995), sin embargo existe consenso desde los cincuentas (Erikson, 1996) que el dinero no es una medida del bienestar y que se deben incluir varios componentes, pero se sigue utilizando la remuneración, cuando usarla es como sustentar el estado de salud de una persona por su presión sanguínea.
El nuevo consenso, académico, más no así en las políticas publicas, entiende a la pobreza no solo como bajos ingresos o falta de dinero; si no como “la falta de oportunidades, recursos económicos, poder y seguridad” (CCS, 2007).
Pobreza es una cuestión de oportunidades y de capacidades como dice el premio nobel de economía Amartya Sen (Naussbaum & Sen, 1998).
Los pobres generalmente carecen de recursos económicos a causa de empleos mal remunerados o desempleo, poca producción o bajos precios para la venta de sus productos (CCS, 2007) o como lo afirma Miguel Székely (1999) por una baja dotación inicial, poca utilización o bajo precio de los activos.
 La ausencia de poder e influencia es tan importante como el aspecto económico, ya que es uno de los obstáculos más grandes para que los pobres puedan mejorar su situación y condiciones de vida, ya que implica la dificultad para que la voz de los pobres sea escuchada, así como el trato indigno y la utilización, por parte de la clase dominante (CCS, 2007).
La pobreza es impotencia, falta de representatividad y libertad, dice el Banco Mundial (2001).
Berry (2003) coincide con esta visión de la pobreza cuando afirma que el sentimiento de privación que experimentan las personas se relaciona estrechamente con un ingreso y un poder adquisitivo más bajos que los de otros y con el sentimiento de inferioridad que esto origina, particularmente en sociedades competitivas que juzgan a las personas por su éxito relativo.
Sentimiento que puede llevar a los pobres a perder la noción sobre su situación económica y enfrentar una crisis de identidad socioeconómica (García, 2002). Como medio para evitar el dolor que le puede causar el ser pobre, en una sociedad donde el tener importa más que ser y ninguna política de transferencia de ingresos va a cambiar ese sentimiento, al contrario puede agravarlo es consiente de su incapacidad para satisfacer sus necesidades por si solo[9].
Como se menciona tanto en la academia como en las instituciones se identifica esta gama de concepciones de la pobreza, pero aun así en los paradigmas de política publica hay ideas hegemónica que por periodos has sido el ejemplo a seguir por los gobiernos de América Latina.
Barba (Barba Solano, 2009)identifica tres imaginarios de la pobreza:
En primer lugar está la imagen estigmatizadora de la pobreza, originada en los albores del capitalismo. Las ideas básicas de este imaginario son: que la pobreza es resultado de incapacidades personales y morales; que los pobres se niegan a trabajar; para el segundo imaginario la pobreza es vista como un riesgo que amenaza a quienes no están integrados a formas de organización que articulen la economía con el Estado, la comunidad y la familia y finalmente, en el tercer imaginario la pobreza no es concebida como un problema derivado de limitaciones individuales, sino del funcionamiento del mercado y de los privilegios de grupos sociales organizados.
Y de los tres imaginarios presentados los sintetiza en tres discursos sociopolíticos acerca del bienestar social: el liberal, el corporativo y el socialdemócrata, mismo que pueden ser antagónicos.
Los discursos sociopolíticos influyen directamente en los paradigmas de bienestar que sirven de referencia a funcionarios de estados nacionales y agencias multilaterales o a los investigadores dedicados al estudio de la pobreza para la conceptualización, diseño, financiamiento y aplicación de políticas dirigidas a los ámbitos económico y social (Barba Solano, 2009).

LOS PARADIGMAS DE LA POLITICA SOCIAL EN AMÉRICA LATINA

Los paradigmas de la política social se pueden clasificar desde el enfoque político ideológico en el cual nacen, pero también de acuerdo a como se aplican las medidas para su combate, y como afirma el Prof. Berry (2003) de acuerdo a como se conceptualiza es como se mide y como se combate.

PARADIGMAS DE ORIGEN DE LA POLITICA SOCIAL

En la historia de América Latina se identifican los siguientes paradigmas: Liberal oligárquica, desarrollista, también se le denomina enfoque estructuralista-modelo de sustitución de importaciones, neoliberal y neo estructural (Ortiz & Rincón , 2006) y (Mujica & Rincón , 2006).
En los 50´s a nace y se desarrolla el paradigma estructural de las plumas de J. Noyola, Vásquez, A. Pinto, Raúl Prebisch, H. Singer, Osvaldo Sunkel y M. Tavares (Berthmieu, Ehrhart, & Hernandez Bielma , 2006).  
A partir de los ochentas, la convicción de que la apertura de las economías era el camino a seguir fue acompañada por el fortalecimiento de lo que se conoce como el Consenso de Washington, que sustituyó al estructuralismo cepalino como marco de referencia convencional para abordar la cuestión social (Barba Solano, 2009).
El paradigma neoliberal tiene como premisa el la visión del consenso de Washington (Nancy & De la Torre, 2000), controlar inflación, depender del mercado, mejorar la eficiencia y competitividad para mantener tasas elevadas de crecimiento, impuesto a los países en desarrollo por instituciones financieras internacionales y el tesoro de Estados Unidos.
El ascenso del citado consenso puede ser visto de igual forma como la consolidación de un nuevo “bloque histórico” de carácter transnacional, integrado por altos funcionarios gubernamentales y de agencias financieras, inversionistas financieros y asesores internacionales y articulado alrededor de un discurso socio económico cuyo propósito manifiesto es construir sociedades de libre mercado abiertas a los flujos económicos globales (Barba Solano, 2009).
La critica que se le ha hecho a este modelos es que consideran la desigualdad como inevitable y aun benéfica para el crecimiento, ya que como afirma Kuznets (Barba Solano, 2009) un poco más de desigualdad es necesario para obtener un poco más de crecimiento, además porque fue evidente el crecimiento de los pobres en los 80`s
Ante la incapacidad del paradigma neoliberal se retoman las enseñanzas de los estructuralistas y nacen los neo estructuralistas.
Como propuesta para la superación de la crisis en la región, la CEPAL ha formulado aportes que han sentado las bases del pensamiento Neoestructural, que entiende el desarrollo como un proceso deliberado, donde las energías sociales y políticas se concentran en un Proyecto Nacional, y no como resultado espontáneo de las fuerzas del mercado (Mujica & Rincón , 2006).
Estos aportes son recogidos en el Documento Transformación Productiva con Equidad (CEPAL, 1990), también conocida como Estilo de Equidad con Expansión Productiva, basado en la obtención simultánea de tres finalidades: los equilibrios macroeconómicos, la equidad y la expansión productiva (Ortiz & Rincón , 2006).
Los neoestructuralistas sugieren un enfoque integrado, en el cual la política económica incorpora objetivos de distribución como objetivos de crecimiento, y la política social integra tanto consideraciones de eficacia como de equidad. En otros términos, las políticas aplicadas están destinadas a reforzar la complementariedad ente crecimiento y distribución, o como se planteo en México, ante los efectos de ajuste del modelo neoliberal se requiere de políticas reivindicatorias (Dreser, 1997), como fue Pronasol –el programa de combate a la pobreza en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari-. Cuatro dominios complementarios son los que se buscan: equilibrio macroeconómico, empleo productivo, inversión en recursos humanos y difusión de la tecnología.

PARADIGMAS DE APLICACIÓN.

El “modelo” de política social es el conjunto de mecanismos, gestores y beneficiarios mediante el cual se pone en práctica la política social, particularmente sus programas específicos. Estos “modelos” tienen como “paradigma” una cierta filosofía social, se inscriben en un modelo económico y asumen determinadas prioridades.
Dependiendo de la concepción de la pobreza es como se visualiza la forma en que se combate, detrás de cada acción o programa de gobierno existe un paradigma que busca o crecimiento o equidad, dependiendo de la ideología dominante.
Bernardo Kliksberg (2006) confronta seis ejes de debate entre las concepciones del paradigma neoliberal y las que el considera ideas superadoras, lo que es para él la transición paradigmática de la política social.
Ayuda vs. Derechos, focalización vs. Servicios básicos universales, asistencialismo contra creación de trabajos, centralización y redes, acción estatal o concertación y finalmente individuo o familia.
Otros paradigmas son resolver los problemas mediante transferencias monetarias, redistribución de activos,  fortalecimiento de las capacidades o empoderamiento.
Más allá de las dicotomías que establece Kliksberg, Ramírez López (2011) resume en tres los paradigmas imperantes en América Latina: el mecanicista-economicista, que destaca, la articulación funcional frente al patrón de acumulación imperante; la compensatoria, orientada a corregir desigualdades y distorsiones del mercado; y la positiva, que define la política social como un conjunto de objetivos y medidas para mejorar la calidad de vida de la población, incluyendo las instituciones sociales y servicios para estos fines.
La mayoría de las políticas públicas en América Latina responden al esquema compensatorio, transferencias condicionadas, para reducir los daños de la política económica neoliberal, que al final de cuentas la política social compensatoria neo estructuralista esta  complementando al neoliberalismo que a través de sus organismos promotores, promueve crecimiento generalizado, empleo, y redes de apoyo, inversión en recursos humanos, educación salud, oportunidades de ingreso mediante microempresas, apoyo al campo, mejoramiento de la vivienda y fortalecimiento de las redes sociales de los pobres, focalización efectiva,  participación y descentralización, como recomienda el BID (1998) y , pero la pobreza y la desigualdad siguen con los números más grandes del mundo.
Oportunidades en México, Familia de Brasil, Chile solidario, Prosperidad para todos de Colombia solo reafirman las practicas de los modelos de transferencias condicionadas impulsadas por los organismos internacionales y duramente criticadas por sus escasos logros en la reducción de la pobreza, incluso criticados por sus creadores e impulsores iniciales, que dicen que las políticas siguen siendo simples, cuando la pobreza es compleja, centradas en el ingreso, ya sea de corto o de largo plazo, y además con algunos incentivos perversos (Levy, 2008) que frenan el crecimiento económico, la competitividad y promueven la generación de más pobres.
Tres décadas de neoliberalismo y dos de neo estructuralismo han generado diseños coherentes y fundamentados (Raczynski, 2002), no obstante, estos diseños son: (i) rígidos, estandarizados, predefinidos y priorizan el logro de productos más que de los efectos e impacto esperado; (ii) los niveles regional y local no participan casi en la formulación del diseño de los; (iii) el diseño del programa no se detiene a evaluar los requerimientos de apoyo, de comprensión del programa, de recursos y capacitación de los agentes de los cuales se espera la implementación.
Y han sido incapaces para demostrar la efectividad de los paradigmas dominantes, lo que impulsado a que estudiosos e instituciones propongas otras opciones para reducir la pobreza, dialogo social de la OIT (2012),  empoderamiento de la sociedad civil del Enfoque Sueco (CCS, 2007), desarrollo sustentable (Ortiz & Rincón , 2006), sin embargo el alcance o es limitado a pesar de mostrar su efectividad o solo se quedan en literatura sobre los pobres.
En resumen e invocando a Kuhn (1999) se puede decir que la ciencia normal, neoliberal y neo estructural, no ha sido efectiva para producir los cambios necesarios para su adecuación o para resolver  el enigma de la pobreza, generando una percepción de anomalía, por lo que científicos e instituciones de desarrollo están proponiendo nuevas conceptualizaciones de la pobreza, sus causas y las medidas para su combate, sin embargo, a pesar de mostrar su viabilidad, no ha logrado convencer a los tomadores de decisiones para convertirse en paradigma dominante, siguen siendo un paradigma emergente.






CONCLUSIONES


Los paradigmas científicos de la pobreza en América Latina son el neoliberal y el neo estructural, conjunto de ideas dominantes centradas en el crecimiento económico y la compensación de los daños por el ajuste, compartidas no solo por comunidades de científicos sociales, si no por agentes de instituciones sociales y por élites tecnocráticas nacionales o internacionales.
Dichos paradigmas definen cuáles asuntos sociales deben abordarse, cuáles preguntas requieren de una respuesta, cuáles teorías y metodologías deben emplearse para responderlas, al igual que cuáles son los parámetros para la toma de decisiones y para el diseño y aplicación de políticas o programas. 
Tres décadas de neoliberalismo y dos de neo estructuralismo han generado diseños coherentes y fundamentados de los programas de lucha contra la pobreza. No obstante, estos diseños, discursos, son: (i) rígidos, estandarizados, predefinidos y priorizan el logro de productos más que de los efectos e impacto esperado; (ii) los niveles regional y local no participan casi en la formulación del diseño de los; (iii) el diseño del programa no se detiene a evaluar los requerimientos de apoyo, de comprensión del programa, de recursos y capacitación de los agentes de los cuales se espera la implementación.
El neoliberalismo y el neo estructuralismo han sido incapaces para demostrar la efectividad como paradigmas dominantes, lo que impulsado a que estudiosos e instituciones propongas otras opciones, paradigmas emergentes, para reducir la pobreza, dialogo social de la OIT (2012),  empoderamiento de la sociedad civil del Enfoque Sueco (CCS, 2007), desarrollo sustentable (Ortiz & Rincón , 2006), sin embargo el alcance o es limitado a pesar de mostrar su efectividad o solo se quedan en literatura sobre los pobres.
En América Latina, dicen Valdez y Espina (2011) que la experiencia ha mostrado que una política social universal e integral ha sido casi siempre el resultado de procesos revolucionarios.
Por lo que se tiene que generar una revolución, ya no en el sentido que ha demostrado la historia, si no en el sentido de Kuhn, una revolución científica en la ciencia social que estudia la pobreza.




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[1] La brecha de pobreza a nivel de la línea de pobreza nacional es el déficit del ingreso medio de los pobres respecto de la línea de pobreza (se considera a los no pobres como déficit cero) tomado como porcentaje (Banco Mundial , 2012).
[2] Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Haití, Honduras, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela (Banco Mundial , 2012).
[3] Cálculos propios con información del Banco Mundial.
[4] El índice de Gini mide hasta qué punto la distribución del ingreso (o, en algunos casos, el gasto de consumo) entre individuos u hogares dentro de una economía se aleja de una distribución perfectamente equitativa. Una curva de Lorenz muestra los porcentajes acumulados de ingreso recibido total contra la cantidad acumulada de receptores, empezando a partir de la persona o el hogar más pobre. El índice de Gini mide la superficie entre la curva de Lorenz y una línea hipotética de equidad absoluta, expresada como porcentaje de la superficie máxima debajo de la línea. Así, un índice de Gini de 0 representa una equidad perfecta, mientras que un índice de 100 representa una inequidad perfecta (Banco Mundial , 2012).
[5] Regularmente la pobreza se mide en dinero, ya sea gasto o ingreso, el Banco Mundial señala que los ingresos y los gastos per cápita de las unidades familiares son una vara adecuada para medir el nivel de vida, siempre y cuando incluya la producción propia  (Boltvinik, Pobreza y estratificación social en México, 1995), sin embargo, existe consenso desde los cincuentas (Erikson, 1996) que el dinero no es una medida del bienestar y que se deben incluir varios componentes, pero se sigue utilizando la remuneración, cuando usarla es como sustentar el estado de salud de una persona por su presión sanguínea.
[6] El desarrollo humano consiste en la libertad que gozan los individuos para elegir entre distintas opciones y formas de vida. Los factores fundamentales que permiten a las personas ser libres en ese sentido, son la posibilidad de alcanzar una vida larga y saludable, poder adquirir conocimientos individual y socialmente valiosos, y tener la oportunidad de obtener los recursos necesarios para disfrutar un nivel de vida decorosoFuente especificada no válida.. El Índice de Desarrollo Humano esta compuesto de tres indicadores de logro, ingreso, salud y educación.
[7] El Índice de Desarrollo Humano ajustado por la Desigualdad (IDH-D) adapta el Índice de Desarrollo Humano (IDH) en base a la desigualdad de distribución en cada dimensión existente entre toda la población. El IDH-D recoge las desigualdades en las dimensiones del IDH “rebajando” la media del valor de cada dimensión según su nivel de desigualdad. El IDH-D es igual al IDH cuando no existen desigualdades entre las personas, pero será inferior al IDH en la medida que crezca dicha desigualdad. En este sentido, el IDH-D es el nivel real de desarrollo humano (teniendo en cuenta esta desigualdad), mientras que el IDH puede considerarse el índice de desarrollo humano “potencial” (o el nivel máximo de IDH) que puede lograrse en caso de que no existan desigualdades (PNUD, 2012).

[8] Para Arias (1979) en Leandro Fuente especificada no válida. “la pobreza absoluta es analfabetismo, desnutrición, enfermedades, carencia de vivienda, altas tasas de mortalidad y reducida esperanza de vida, más que un nivel de ingresos o de consumo son condiciones de vida, mientras la pobreza relativa tiene que ver con el nivel de vida de una persona con respecto a otra, (Boltvinik, Pobreza y estratificación social en México, 1995), la cual termina diluyéndose con la desigualdad.

[9] La ausencia de poder, lleva a otra definición de pobreza: incapacidad de las personas para elegir la forma en que satisfacen sus necesidades (Erikson, 1996).

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